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miércoles, 26 de abril de 2017

ORACIÓN: Caigo de rodillas ante Ti, Cristo Resucitado.




CAIGO DE RODILLAS ANTE TI,
CRISTO RESUCITADO

En el silencio de la noche sales a mi encuentro, 
yo te esperaba como cada día en mi soledad habitada, 
al son de trompetas te cantan los ángeles 
¡Aleluyas de resurrección!, 
mientras que yo aquí espero me lleguen las notas de tu amor, 
soy mendigo que llama cada día a las puertas del cielo y allí me esperas, 
en ese cielo que hay dentro de mí y fuera de mí, 
más allá de todo porque estás tras todo.

Corazón encendido, alegría celestial, 
la tierra se hace cielo, mi amor y tu amor se encuentran, 
Cristo Resucitado, vienes con tu soplo divino, 
cascadas de misericordia de agua clara y transparente 
exuberancia de tu amor vienes a bañarnos 
en el Lago de tu Divina Misericordia.

Y tú, Buen Pastor, llévame entre tus brazos 
para que yo pueda llevar a los demás 
a tus divinas fuentes de la aguas más vivas, 
claras y transparentes, 
y dame de beber en tus benditas manos 
lo que nadie puede darme.

Ya no soy porque eres tú, la vida de mi vida, 
eres mi Señor el icono del Padre, 
yo quiero ser tuyo, icono de tu rostro, a imagen y semejanza, 
en el amor y solo amor, 
entre las manos del Padre como barro modelable 
en las aguas bautismales que se renuevan cada día 
en las manos de Cristo y del Espíritu Santo, manos de Dios.

Oro de tu luz,  sol de tu rostro, 
llama de amor viva, siempre ardiente, 
iluminando y dando calor humano y divino, 
hazme de Dios, santo de corazón en tu tierra, 
humildad, silencio, caridad.

Y así mirándote y amándote, 
porque me miras amándome desde tu presencia eucarística, 
Santísimo Sacramento del altar, 
desde los pobres que sufren y que tantas veces caminan sin aliento, 
desde el enfermo dolorido en su monótona soledad, 
desde la comunidad que se reúne para celebrarte y alabarte 
porque estás vivo, lleno de amor y luz, de vida y gracia.

Sí, solo puedo caer de rodillas, en adoración, 
contemplando tu fuerza y tú poder, tu divinidad y humanidad, 
Cristo de mi alma, vives resucitado para resucitarme, 
vives resucitado para resucitarnos, 
a ti sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
 
(Pbro. Lázaro Albar)

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