ACCIÓN
DE GRACIAS
Vengo
fortalecida y llena del Espíritu Santo, por eso quiero dar gracias a
Lázaro y al equipo de Velad y Orad y sobre todo al Señor que todo
lo hace posible. Han sido dos días intensos pero al mismo tiempo
dos días llenos de paz y tranquilidad. El entorno es ideal, la
acogida es de lo mas calurosa y todos los que allí nos encontramos
buscamos lo mismo, acercarnos al Señor. Las meditaciones a
primera hora son el comienzo perfecto para preparar nuestras mentes y
nuestros corazones para la llegada del Espíritu de Dios. Te
relajas, te vacías de ti, lo invocas y luego lo dejas a Él… Viene
pronto…. alguien decía que está tan deseoso de que lo llamen que
acude rápido!!!
Las charlas y las
contemplaciones te ayudan a meterte más profundamente en el tema y
vas viendo la fuerza y la luz del Espíritu a través de la vida de
Jesús. Desde el bautismo en el Jordán, las tentaciones en el
desierto, las curaciones y finalmente esa dolorosa entrega en la
cruz. Jesús da su vida y resucita al tercer día para compartir
contigo ese Espíritu y comprendes que a raíz del bautismo y de la
confirmación, tú también eres templo del Espíritu Santo y que ese
espíritu no es más que el amor de Dios.
Contemplas al
Espíritu como agua viva de la que hay que beber y puesto que el
Espíritu habita en ti, es allí donde tienes que ir a buscarla.
Allí, en lo más profundo de tu ser es donde encontrarás a nuestro
Señor. Ahora, le pides que venga a tu encuentro, que te resucite,
que te convierta, que te consuele, que te fortalezca y que te deje
sentir el fuego de su amor. Como decía, el Espíritu no se hace
esperar, sientes su aliento, es como un soplo que pronto se convierte
en un viento fuerte que inunda todo tu ser, te abandonas y el
Espíritu te invade y te transforma. Ya no te sientes vacía, ya no
estás ciega, solo sientes gozo y alegría. El Espíritu ha brotado
en ti y te ofrece un nuevo amanecer lleno de esperanza, lleno de
amor… como decía una compañera entre lagrimas, cuanto amor…
Quiero compartir todo
lo que siento, quiero anunciar la venida del Espíritu Quiero ir a
esa fuente cada día para contemplarte y aprender de ti. Así podré
Señor, colaborar contigo y como tus discípulos de antaño, recibir
los frutos y los dones que necesito para proclamar tu evangelio y
ayudar a mis hermanos. Quiero Señor, como Pablo, llenarme tanto de
ti, que ya no sea yo, sino Tú, quien vives en mi.
Gracias Padre,
gracias Jesús, gracias Espíritu Santo.
Edel