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sábado, 25 de febrero de 2017

ORACION:¡ Cúanto amor!


 
¡CUÁNTO AMOR!

Oh, Sol de mi noche, 
Resplandor del cielo, 
Cristo vivo y resucitado, 
puesto ante mis ojos 
para caer de rodillas en adoración, 
cuando reina el silencio 
y las estrellas cubren el firmamento, 
¡cuánto amor!

Pan de mi corazón, 
alimento de mi alma, 
alegría de mi despertar, 
eres fuego que me enciendes, 
llama ardiente, 
la única voz de la noche, 
¡cuánto amor!

Tus rayos alcanzan mi alma, 
y a todos los justos que aprendieron a amar a tus pies, 
mis manos se elevan para abrazarte, 
todo mi ser te anhela, en la intimidad, 
verdadera amistad porque ya me llamas amigo, 
¡cuánto amor!

¿Qué quieres de mí? 
Me ofrezco a ti como hostia santa, 
como pobre barro manchado por el pecado, 
y tú vienes a mí en oleadas de perdón, 
lluvia de infinita misericordia 
que me baña en el silencio de la noche, 
Belleza sin igual, 
¡cuánto amor!

Tan solo puedo mirarte y decirte: 
¡cuánto amor!
 
(Pbro Lázaro Albar Marín)

ORACION: Te busco, Santísima Trinidad.


TE BUSCO, SANTÍSIMA TRINIDAD

Te busco, Santísima Trinidad, 
te busco con toda la sed de mi alma, 
para descansar en vuestro corazón, 
para poner mi corazón en sintonía con el tuyo, 
en un beso y abrazo de alianza 
que dure por toda la eternidad.

Los quehaceres de la vida, 
las injusticias que matan el espíritu 
y me dejan como derribado en la lucha de cada día, 
me hacen perecer, me dejan como muerto, 
entristecido, angustiado y preocupado.

Entonces escucho el grito del buen pastor que me dice: 
«Venid a mí todos que estáis cansados y agobiados, 
que yo os aliviaré», 
entonces corro hacia ti, impulsado por el Espíritu Santo 
para tirarme en tus brazos 
como oveja herida en el combate de la vida, 
buscando la santidad y la plenitud de vida.

Tú me coges entre tus brazos, 
me curas las heridas con tu amor crucificado, 
con el perfume embriagador del Espíritu Santo 
que todo lo fortalece y deja ungido
y marcado con la llama de su amor divino,
y me dejas postrado a los pies de Dios Padre 
que tomándome de mi mano me levanta, 
me pone el anillo de la dignidad de hijo, 
la túnica de fiesta y me introduce en su Cena Eucarística 
que no tiene fin, donde el cielo se une a la tierra, 
y mi corazón al corazón de Dios. Amén.

(Pbro Lázaro Albar Marín)

ORACIÓN: Tú Cristo, compañero de camino.

 
TÚ, CRISTO,
COMPAÑERO DE CAMINO

Tú, Cristo, 
compañero del camino, mi Camino, 
que vives fuera de mí y dentro de mí, 
en el cielo ya glorioso y ensalzado, 
y en la tierra todavía crucificado 
en la angustia de los inmigrantes, 
en los enfermos desesperados, 
en los que se les ha arrancado el alma de la paz.

Tú, Cristo, 
compañero de camino, 
no me dejes solo, sin ti me moriría, 
contigo toco el cielo 
y curo las heridas de los corazones destrozados, 
contigo aunque atraviese las más oscuras oscuridades 
sé que me llevas de tu mano, 
aunque no encuentre sentido a muchas cosas, 
aunque no comprenda nada, 
aunque me encuentre en la punta de un precipicio, 
sé que no caeré al abismo, 
me lanzaré a los brazos del Padre 
y los ángeles vendrán para llevarme.

Tú, Cristo, 
compañero de camino,
hecho Pan para todos, alimento de Vida, 
que quieres vivir en mí 
para que me entregue a ti y a todos, 
en sacrificio de amor, 
como luz de las tinieblas y sal de la tierra de los corazones afligidos, llama de amor viva e incesante, fuego espiritual, 
tu Cuerpo enciende mi alma, 
tu Sangre limpia mis pecados y yo quedo transformado.

Tú, Cristo, 
compañero de camino, 
estás ahí para ser adorado, amado, venerado, 
te miro y tú me miras, 
te amo y tú me amas sin medida, 
como soy, sin condiciones, por puro amor, 
y yo aquí a tus pies para que me enseñes a amar, 
veo la inmensidad del mar y veo la inmensidad de tu amor, misericordia infinita entrañable, 
sin palabras, sin medida, siempre eres más.

Tú, Cristo, 
compañero de camino, 
solo sé decirte «cuenta conmigo», 
ahora y siempre. Amén.
(Pbro Lázaro Albar Marín)

ORACIÓN: Cristo de mi alma, vivo y muero en ti.


CRISTO DE MI ALMA,
VIVO Y MUERO EN TI

La verdes praderas son los paisajes de Dios, 
a veces nos lleva al desierto para purificarnos 
o nos carga con un pesada cruz para subir al Calvario, 
¡qué importa si vivimos con Cristo y morimos con Cristo!

Sí, mi Cristo, a veces roto en el corazón de mis hermanos, 
a veces me miras para decirme 
«vende todo lo que tienes y vente conmigo», 
a veces solo sé caer en adoración 
ante tu tierno Pan Eucarístico, 
y estar contigo horas y horas en silencio de amor, 
con el corazón encendido,
vivo y muero en ti.

¡Qué importa todo, si lo importante es estar contigo! 
A veces no sé caminar por la oscuridad, 
pero tú apareces para llevarme de tu mano, 
y qué fuerza interior encuentro, 
soy fuerte en mi debilidad, 
muero a mí para vivir en ti.

El amor es el secreto de nuestro encuentro, 
el amor es el secreto de la vida, 
pero el secreto escondido es que tú vives en mí, 
¡oh maravilloso secreto, exaltación de la gloria divina, 
Dios y hombre en mí!

Y así voy de un lugar a otro, 
la vida llena de sorpresas, 
pero todo es para madurar en santidad 
y la santidad es no poner obstáculo a que tú vivas en mí, 
si tú no vives en mí muero, 
si tú estás en mí toco el cielo, veo las estrellas, 
y el Sol de todo el cosmos y el universo 
eres tú resucitado, vivo, viviente, 
derramando gracias, misericordia y amor infinito.


¡Ay, Cristo de mi alma, no sé vivir sin ti, 
secreto escondido de amor, 
¿cuándo te conocerá esta incomprendida humanidad?,
¿cuándo te abrirá el corazón para irradiar la alegría de tu paz?

¡Sí, mi Cristo, tú eres el todo de mi amor! 
En ese todo abrazo al mundo y cada ser humano, 
a los íntimos y a los lejanos, 
como discípulo tuyo en la escuela de tu amor,
¡Cristo de mi alma, muero y vivo en ti! Amén.

( Pbro Lázaro Albar Marín)

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