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lunes, 10 de febrero de 2014

Retiro: Recibid el Espíritu Santo y viviréis

Retiro realizado en Las Mogarizas del 7 al 9 de febrero de 2014.

Corrientes de aire fresco hemos recibido, como un nuevo Pentecostés, nos hemos sentido ungidos, revitalizados en la fe, la esperanza y el amor. Hemos bebido en los manantiales de la vida donde la Santísima Trinidad ha derramado su Espíritu como el rocío de la mañana a fin de empapar nuestra tierra para hacerla fecundar, esa tierra de nuestro corazón necesitada del agua espiritual para dar frutos de amor. Algunos han llegado confusos, otros doloridos por heridas del pasado, otros con sus miedos, otro con sus debilidades, pero el Señor que es el Señor de la Vida se pone en medio de nosotros en su Presencia Eucarística y cuando caemos de rodilla en adoración, él, Resucitado, viene a curar, sanar, animar, fortalecer, a llenarnos de su Espíritu, soplando sobre nosotros para lanzarnos al mundo a proclamar la alegría del Evangelio, la alegría de vivir en Dios, la alegría de pertenecer a la Iglesia de Jesús. Somos veinticinco personas que hemos experimentado lo inimaginable, lo que no da el mundo, la Felicidad de las felicidades, el Amor de los amores, algo difícil de explicar con palabras. Dios es siempre más, y Él se ha dejado sentir.

De la Presencia Eucarística se desprendían los siete dones del Espíritu de Jesús en lazos de amor que nos llegaba como en siete ramas de vida que se desprendían del Pan de la Vida. Acercándose la Custodia a cada participante se sentían bendecidos y de cada corazón brotaba una fuerte petición: «Señor Jesús, dame tu Espíritu». El Espíritu Santo nos llenaba el alma y nos sentíamos abrazados en el amor del Padre, en una sola familia que respiraba el aire puro de Dios, un gran amor y mucha paz llenaba la sala de oración, en medio de la noche salíamos renovados.

Sin este fuego de Dios, ¿cómo evangelizar? ¿Cómo llegar a los que no conocen a Cristo, nuestro Salvador? Esto es lo que hemos recibido, el fuego del Espíritu que enciende los corazones para extender la nueva vida que viene del Resucitado. Experiencia acompañada con la presencia de la Madre, nuestra Madre del Cielo, porque no hay Pentecostés sin ella. ¡Gracias Señor porque quedaron atrás nuestras tinieblas y todo se ha llenado de una resplandeciente luz!

Lázaro Albar.