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lunes, 29 de enero de 2018

ORACION: En el desierto quiero ver tu rostro, Dios mío!





EN EL DESIERTO QUIERO VER TU ROSTRO, DIOS MÍO
Entra en mi pobreza
para que yo pueda reconocer mi realidad ante tus ojos, Dios mío,
y ver tu rostro a veces oculto, escondido,
pero que hoy más que nunca deseo ver.
Ven con tu fuerza creadora
para que pueda elevarte un canto de amor
que se convierta en servicio entregado a mis hermanos,
mostrando tu rostro de amor a todos.
Me voy al desierto, a la soledad y al silencio
para poder escucharte como la primera vez
que sentí tu amor y me hablaste;
me voy al desierto para revivir mi fe, esperanza y caridad;
me voy al desierto porque te busco de corazón.
No quiero caer en la tentación de huir,
hay tantas huidas, tantas soledades vacías,
tantos desengaños del mundo que nos rodea,
solo Tú tienes la Verdad,
solo a Ti puedo elevarte mi canto interior, mi alabanza,
y compartir con aquellos que me comprenden
ese mismo canto, la música callada de tu amor.
Llévame al desierto de mi corazón para contemplar tu rostro,
para dejarme abrazar por tu mirada de amor,
para dejarme seducir en mi pobreza
y la sequedad de mi tierra se convierta en oasis,
los arenales en manantiales y ríos de agua,
para que florezca en mí la alegría de la resurrección y la vida.
Que se apaguen las luces y las voces que distraen
y dispersan al corazón humano
para que solo pueda contemplar tu rostro,
y dialogar de tú a tú, de cara a cara,
de corazón a corazón, en oración.
Tan solo quiero ser en Ti, valer en Ti, servir para Ti,
y allí donde esté me lleves por tus caminos
para ofrecer la Vida que viene de Ti,
la Vida que tú me has dado y muchos no conocen.
Entra en mí, porque nada soy sin Ti,
entra allí donde solo se escucha tu voz,
se respira tu amor y todo queda recreado, revitalizado, enamorado
porque Tú eres la fuente del verdadero amor
que quiere vivir en mí y en todos. Amén.
 
(Pbro. Lázaro Albar Marín)

ORACIÓN: SOY NADA Y DIOS ES EL TODO DE MI VIDA



SOY NADA
Y DIOS ES EL TODO DE MI VIDA

Quiero alcanzar el cielo, 
estoy en el mundo pero no soy del mundo, 
piso la tierra pero tengo el corazón en el cielo.

¿Cómo tocar el cielo con mis manos si vivo en la tierra? 
¿Cómo escalar los más altos grados de la santidad 
para abrazar a Dios y a mis hermanos? 
¿Cómo ser santo cuando miles de voces 
aturden y reclaman el dejarse llevar por la mundanidad, 
la superficialidad, el materialismo y el egoísmo? 

Amar y orar, trabajar y servir, 
humildemente, pacientemente nos hace santos, 
si mirando a nuestro Señor 
y le decimos en cada instante «¡te amo Jesús mío!».

Soy pobre, a veces enfermo, sin fuerzas, 
mi espíritu impulsado por el Espíritu Santo 
lleno de fortaleza, paciencia, esperanza, 
pero mi cuerpo débil para que se manifieste el poder de Dios, 
pero creo, espero y amo.

¡Qué belleza sentirme Iglesia, 
hermano de los hermanos, 
construyendo fraternidad y hermandad, 
trabajando, haciendo presente el reino de Dios 
con la justicia y la paz!

¡Qué belleza dejar que el corazón arda de amor en Dios, 
como fuego que no se consume, 
con el deseo de llegar a todos 
para ofrecerles el Evangelio de la salvación!

¡Qué belleza cuando mi fuego no se apaga, 
cuando arde sin cesar, 
sin descanso en el día y en la noche 
por querer evangelizar como fiel discípulo y apóstol 
del Maestro del Amor!

Hay un cielo nuevo y una tierra nueva, 
hay días que toco con mis manos 
el nuevo cielo y la nueva tierra, 
hay días que Dios es el todo de mi vida, 
y hay días que quisiera amar con todas mis fuerzas 
pero estoy sin fuerzas y esa es mi ofrenda de amor, 
esperar que Dios me dé lo que no tengo 
para que siempre Él sea el todo de mi vida.

Soy nada y Él es mi todo, 
encendido en el amor 
que quiere llegar a todos para salvar a todos 
y qué dolor más grande hasta que esto no llega, 
la creación sigue herida 
esperando la manifestación de los hijos de Dios, 
no hay tiempo que perder, 
encendamos los corazones en el amor de Dios 
para poder amar y evangelizar 
en todo momento y en todo lugar.

Soy nada y Dios es el todo de mi vida, 
sin Él muero, con Él tocó el cielo y todo lo veo nuevo, 
cada día amanece el amor de Dios en mi corazón 
y en todos aquellos que le aman.

Soy nada y Dios es el todo de mi vida,
¡Dios mío, no me abandones,
me abrazo a Ti! Amén.
(Pbro. Lázaro Albar Marín)