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jueves, 6 de abril de 2017

ORACIÓN: "Mi Señor, restaúrame, restáuranos".


MI SEÑOR, RESTÁURAME,
RESTÁURANOS

En la ermita de San Damián de la aldea de Asís
Francisco escuchó la voz de Cristo que le decía:...
«Francisco, mi casa está en ruinas, ¡levántala!, ¡restáurala!»,
y Francisco abrazando al Cristo de san Damián lloraba por la Iglesia.

Aunque mi casa esté en ruinas,
aunque ya no haya ni puertas ni ventanas,
aunque todo esté derruido como si hubiera sido asaltado,
tu amor, mi Señor, puede reconstruirme de nuevo.

Aunque mi templo interior esté en ruinas,
sé mi Señor que la oración santifica todo,
limpia el corazón, deja todo más ungido de tu presencia
hasta hacer de mi interior un templo consagrado para ti.

Aunque tu casa esté en ruinas,
aunque ya solo respires el aire contaminado,
aunque sientas la soledad y el vacío,
el Señor puede levantarte hasta que alcances el cielo.

Aunque tu templo interior se desvanezca,
aunque te asalten mil tentaciones,
aunque a veces no encuentres salida,
no pierdas la esperanza porque el Señor siempre está junto a ti extendiéndote la mano para levantarte y ayudarte a caminar.

Aunque nuestra casa esté en ruinas,
nuestra Iglesia se encuentre sin techo ni campanario,
sin puertas y sin ventanas,
trozos de altar y una cruz con Cristo roto,
con la ayuda del Espíritu Santo
todo puede reconstruirse y mejorarse.

Aunque nuestro templo interior desfallezca,
basta empezar de nuevo,
unir nuestro corazón al de Dios en una oración constante
para que suba el aroma del incienso a las moradas celestes
donde nos esperan nuestros seres queridos,
los mártires y los santos, Santa María y la Santísima Trinidad.

Las ruinas dejan de ser ruinas cuando
amor y oración van de la mano,
mística y caridad se abrazan,
el éxtasis nos pone en salida hacia los más pobres,
los desheredados de la tierra,
aquellos que están a las puertas de nuestros hogares, casas e iglesias, y la vida se hace Eucaristía, sacrificio y compromiso,
entrega y servicio.

Mi Dios y Señor, levántame, levántanos,
y que tú amor resplandezca ahora y por siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
 
(Pbro. Lázaro Albar)
 
 

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