Buscar en este blog

sábado, 24 de octubre de 2009

CUENTO PARA ORAR: El peregrino ruso


“El Peregrino Ruso” es el título de un libro escrito por un peregrino ruso anónimo. El manuscrito fue encontrado en la celda de un monje del Montes Athos después de su muerte, al comienzo de este siglo. Tal vez fuera él su autor. Lo cierto es que este libro no tardó en convertirse en un auténtico clásico de la literatura espiritual y que fue traducido a la mayoría de las lenguas modernas.

La historia de tal peregrino es realmente simple: un hombre se ve afectado por toda serie de calamidades, entre ellas la muerte de su mujer y su único hijo, y decide renunciar al mundo y emplear el resto de su vida en peregrinar a diversos lugares sagrados, sin más equipaje que una mochila en la que llevar un poco de pan y una biblia. En su lectura de la biblia encuentra frecuentes exhortaciones a orar constante e incesantemente, a orar día y noche. Esta idea llega a obsesionarle de tal manera que dedica todos sus esfuerzos a buscar a alguien que le enseñe a orar de ese modo. Acude entonces a toda clase de personas, especialmente sacerdotes, con esa pregunta: “¿Cómo puedo orar continua e ininterrumpidamente?” Y recibe toda clase de respuestas insatisfactorias. Finalmente topa con un monje que lo aloja en una pequeña cabaña dentro de su monasterio, le pone un rosario en las manos y le dice: “Recita 500 veces esta plegaria: «Señor Jesús, ten compasión de mí»” Cuando lo hubo hecho el monje le pidió que lo hiciera 100, 2000 veces,... todo el día sin cesar. Cuando el peregrino ruso consiguió pasar todo el día repitiendo sin cesar esta plegaria descubrió que la oración se había alojado en su corazón y que estuviera haciendo lo que fuera, esta oración le acompañaba en todo momento. Su vida se había convertido en una oración permanente.

1 comentario:

Inma dijo...

Este ha sido uno de los libros que más ha marcado mi vida en la oración. También ha sido un libro para conocer como interiorizar y encontrarme con Dios y para conocerme.
Solo con una frase, marcada por la respiración, en el coche, en el trabajo, en todos esos momentos de los que no disponemos de mucho tiempo, son suficientes para ese encuentro con el Señor.
Y no paro de repetir. "Señor Jesús, ten piedad de mi".
Paz y bien para todos