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lunes, 16 de febrero de 2015

RESEÑA RETIRO LA FUERZA DE LA PALABRA







Unas veinte personas nos hemos reunido en el fin de semana del 12 al 15 de febrero en la Casa de Espiritualidad de las Mogarizas (Chiclana) para realizar un retiro impartido por el P. Lázaro y la «Fraternidad Velad y Orad» con el título La fuerza de la Palabra, un camino para hacer vida. Jóvenes, adultos y personas mayores han disfrutado de esta experiencia de encuentro con la Palabra y de la constante Adoración Eucarística. Han sido días preciosos en torno a la parábola del sembrador, contemplando lo que ocurre según las circunstancias de la vida: cuando la semilla cae sobre el camino o sobre piedra o sobre los abrojos o sobre la tierra buena. ¡Cuántos obstáculos ponemos para que la Palabra se encarne en nosotros con toda su fuerza! Hemos ido limpiando el corazón con la oración contemplativa, la meditación y el sacramento de la Reconciliación; nos hemos alimentado de la Palabra de Dios y del Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Eucaristía. Y hemos escuchado meditaciones como El orante ante la Palabra, «Habla, Señor, que tu siervo escucha»; La Palabra acampó entre nosotros; Una Iglesia renovada a la luz de la Palabra, meditaciones que han despertado en nosotros un amor mayor hacia la Palabra.
 ¡Qué alegría escuchar que el Espíritu lo ha movido todo, que la vida debe ser reorientada, que hay muchas actitudes, horarios, hábitos que tienen que ser cambiados! Esto es toda una buena preparación para entrar de lleno en la Cuaresma. A veces estamos sumergidos en un sin fin de actividades, preocupaciones y dificultades en que la vida se complica, y es necesario parar, hacer silencio, buscar la soledad para encontrarnos con nosotros mismos, vernos por dentro y abrirnos al amor y misericordia de Dios. Todo esto lo hemos vivido en este fin de semana.
 En la oración comunitaria de la noche todo quedaba como ungido, el lugar y las personas, cada uno iba pasando ante la Sagrada Biblia sostenida entre mis manos y la besaba diciendo: «Hágase en mí según tu palabra». Junto a la Biblia otra persona sostenía una lámpara grande de barro con una llama encendida encendida, recordándonos lo que nos dice el salmo: «lámpara es tu palabra para mis pasos y luz en mi sendero» (Sal 118,105). Y es que la Palabra alumbra los pasos de cada día e ilumina el sentido de nuestra vida, por eso no podemos dejar de dar gracias a Dios porque la Sagrada Escritura en nuestra sociedad está al alcance de todos, y hay tantos pueblos que no la conocen. Quien ora la Palabra cada día, la interioriza, la hace vida porque deja que se encarne en él, no puede dejar de transmitirla ya que continuamente nos ayuda a transformar nuestro corazón, haciendo que nuestro corazón se parezca más al corazón de Jesús.

                                                                                                                                     P. Lázaro Albar

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