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domingo, 25 de enero de 2015

RESEÑA RETIRO: LA FIESTA CON JESÚS


 
Durante los días 23 a 25 de Enero el P. Lázaro Albar y la Fraternidad «Velad y Orad» han impartido el retiro espiritual de mes, en esta ocasión se ha profundizado sobre la alegría cristiana con el título «La fiesta con Jesús, una alegría para compartir». Veintisiete personas hemos penetrado el misterio pascual donde Cristo Resucitado es es la fuente de la mayor alegría. En la dinámica de meditaciones y contemplaciones, con la constante adoración del Santísimo durante todo el fin de semana, en un silencio sobrecogedor hemos podido renovar nuestro interior en la paz, el amor y la alegría evangélica tan necesaria para nuestra Iglesia y para todas nuestras comunidades.

         Contemplaciones sobre la fiesta de las bodas de Caná; la parábola del banquete de bodas; la alegría de recuperar el dracma perdido y la oveja perdida; y la fiesta por recuperar al hijo perdido, y las meditaciones sobre la alegría del Evangelio, contraria a la tristeza individualista; la alegría del Evangelio, novedad para el mundo actual; la salida misionera a anunciar la alegría del Evangelio; y la fiesta que no tiene fin han hecho posible que a través de la reflexión, la oración y el sacramento del perdón personas que se encontraban bastante rotas, bloqueadas ante problemas de la vida, se han sentido liberadas, llenas de la presencia del Espíritu, rebosantes de la alegría que nos ofrece Cristo Resucitado. Ante Cristo Resucitado, presencia viva en la Eucaristía, cada participante decía: «Señor Jesús, que entre tu alegría en mi corazón» e imponiéndole las manos, orando al cielo, yo decía: «recibe la alegría del Señor Jesús».


         La noche del sábado acabó en una verdadera fiesta con Jesús Sacramentado y con María nuestra Madre. Qué gozo hacer del lugar un Cenáculo rebosante de la presencia del Espíritu, como una fiesta de Pentecostés, y llenarnos de alegría, paz y amor que tanto necesitamos para lanzarnos a la misión de llevar la Buena Noticia a los pobres y a todos los que deseen acoger el Evangelio. Había que llegar a la Eucaristía del domingo para ver los rostros transformados; la música, el canto y el clima de oración han hecho un verdadero milagro. Qué maravilloso es Dios que no deja de amarnos, y qué precioso descubrir el sueño de Dios que alegra nuestro corazón y nos hace felices. La sonrisa de Dios se manifestaba en nuestros rostros. ¡Qué felicidad llenarnos de Dios! No hay una alegría mayor y esa alegría la hemos experimentado en este fin de semana. Solo puedo dar gracias a Dios por su bondad, su ternura, su misericordia porque ha estado grande con nosotros.

 

Lázaro Albar

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