QUIERO SER
COMO LA LUNA LLENA
La luna brillante, luminosa,
resplandece en medio de la noche y de la oscuridad ...
como la Virgen María resplandece en el mundo.
Luna porque recibe la luz del sol,
como la Madre de Dios que es iluminada por el Sol,
Cristo es el Sol, La Luz del mundo,
que ilumina a su Madre y a todos los buscadores de Dios.
Luna llena porque María
es la llena de gracia, la que no tiene mancha, Inmaculada, resplandece en el cielo por encima de todas las estrellas
que somos sus hijos, nosotros llamados a ser luz del mundo.
Representada en los cielos con doce estrellas como corona,
es la Iglesia porque es también Madre de la Iglesia,
Madre de los creyentes y Madre de todos los discípulos de Jesús.
En nuestras dificultades, contrariedades,
agobios, angustias,
enfermedades del alma y del cuerpo,
tenemos una Madre, ella siempre está ahí,
como auxilio de los cristianos,
refugio de las pecadores,
consoladora de los afligidos.
Miro la luna llena y miro a la Virgen,
y veo que es posible brillar como ella
siempre que viva en gracia y anhele la santidad.
Al mirarla veo sus rasgos de humildad,
sencillez, disponibilidad, fervor y ardor,
y le digo: «Yo también quiero ser como tú, Madre mía».
Madre Santa, Toda Santa,
me llevas de tu mano por los cielos y por la tierra,
descanso en ti y en tu Hijo. Amén.
COMO LA LUNA LLENA
La luna brillante, luminosa,
resplandece en medio de la noche y de la oscuridad ...
como la Virgen María resplandece en el mundo.
Luna porque recibe la luz del sol,
como la Madre de Dios que es iluminada por el Sol,
Cristo es el Sol, La Luz del mundo,
que ilumina a su Madre y a todos los buscadores de Dios.
Luna llena porque María
es la llena de gracia, la que no tiene mancha, Inmaculada, resplandece en el cielo por encima de todas las estrellas
que somos sus hijos, nosotros llamados a ser luz del mundo.
Representada en los cielos con doce estrellas como corona,
es la Iglesia porque es también Madre de la Iglesia,
Madre de los creyentes y Madre de todos los discípulos de Jesús.
En nuestras dificultades, contrariedades,
agobios, angustias,
enfermedades del alma y del cuerpo,
tenemos una Madre, ella siempre está ahí,
como auxilio de los cristianos,
refugio de las pecadores,
consoladora de los afligidos.
Miro la luna llena y miro a la Virgen,
y veo que es posible brillar como ella
siempre que viva en gracia y anhele la santidad.
Al mirarla veo sus rasgos de humildad,
sencillez, disponibilidad, fervor y ardor,
y le digo: «Yo también quiero ser como tú, Madre mía».
Madre Santa, Toda Santa,
me llevas de tu mano por los cielos y por la tierra,
descanso en ti y en tu Hijo. Amén.
(Pbro. Lázaro Albar Marín)
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