QUIERO SER
COMO EL LAGO TIBERIADES
COMO EL LAGO TIBERIADES
¡Cuántas veces me he bañado en él!
¡Cuántas veces he celebrado la Santa Eucaristía ...
en medio del lago cuando el barco ha parado sus máquinas!
¡Cuántas veces lo he contemplado desde fuera y desde dentro,
hasta que mi Interior ha llegado a la emoción!
¡Cuántas veces he respirado el mismo aire que respiraba Jesús,
donde la inspiración y espiración se hacía oración!
Sí, quiero ser como el lago Tiberiades,
testigo de la llamada de Jesús a sus primeros discípulos,
y hoy mi Señor me sigue llamando
desde el día que me escogió para ser de los suyos,
cada día me llama y sigue llamando a los que él quiere
como una bendición y un puro don.
Lago maravilloso donde la tempestad fue calmada,
¡cuántas tempestades él sigue calmando en mi corazón
inquieto y turbado ante la injusticia, el pecado y la maldición!
Lago maravilloso que recupera su bonanza,
todo queda tranquilo, pacificado, en silencio,
impregnado del amor del Maestro, nuestro Señor.
Lago maravilloso donde Jesús camina sobre las aguas
y aprendo a mirarle a los ojos, sentirme amado,
cuando el oleaje de la vida me hace temblar me hundo en las aguas
y como Pedro tengo que gritarle «¡Maestro, socórreme!»,
y ver cómo me tiende su mano para levantarme
diciéndome «¡hombre de poca fe!».
Quiero ser como el lago Tiberiades donde la pesca fue milagrosa,
en la noche oscura del alma no se pesca nada
porque hay que esperar que Jesús
se haga presente en la orilla de tu vida,
y con fuerza y mucho amor llegues a gritar «¡es el Señor!». Amén.
(Pbro. Lázaro Albar Marín)
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