QUIERO SER
COMO UNA SUAVE BRISA
COMO UNA SUAVE BRISA
Recuerdo cómo a la brisa de la tarde
Dios se paseaba por el jardín del Edén con Adán y Eva, ...
todo era armonía comunión y paz.
También recuerdo cómo una madre
llevaba a su niña para jugar en el parque
a la brisa de la tarde,
todo era ternura, bondad y alegría.
Cuando vivo en el Reino de Dios,
cuando me siento que estoy en este mundo
pero que no soy de él,
cuando me siento ciudadano del cielo
pero con una misión aquí en la tierra,
también siento cómo Cristo Resucitado camina a mi lado,
y a la brisa de tarde me dice «¿qué quieres que haga por ti?»,
me siento amado y querido.
Cuando me recojo en la oración,
Cuando me refugio en la cueva de mi propia oscuridad,
veo que Cristo está ahí y me ocurre como al profeta Elías
que descubrió la presencia de Dios en la caricia de una suave brisa.
Entonces caigo en la cuenta
que la relación con Dios y con los hermanos
debe ser delicada, de escucha y con verdadero amor,
como el Buen Pastor que mira al cielo
contemplando el corazón de Dios,
y abraza, tiene compasión,
y cura las heridas de sus ovejas.
Quiero ser como la brisa suave
que alivia el corazón humano,
como la suave brisa que sabe acompañar,
tender la mano para levantar,
y, sobre todo, ser caricia de Dios para los que me necesitan. Amén.
(Pbro. Lázaro Albar Marín)
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