QUIERO SER
COMO UN SARMIENTO UNIDO A LA VID
Tú, Cristo, tú eres la vid y nosotros los sarmientos,
qué belleza el Sarmiento unido a la vid, ...
porque sin ti, Cristo, no puedo hacer nada.
Hay una historia de amor y otra de desamor,
deja que muera el desamor para que la historia de mi vida
unida a la tuya, Cristo, sea una historia de amor y de salvación.
La Iglesia son muchos sarmientos unidos a la vid,
la vid crece y los sarmientos dan racimos de uvas,
comunidades de amor unidas a su Señor,
uvas más verdes y otras más maduras,
depende del tiempo que el Sarmiento lleva unido a la vid.
Quiero ser como un Sarmiento unido a la vid,
Sarmiento que al dar fruto se poda para que dé más,
la ascética, el esfuerzo personal, el ejercicio de la voluntad
en el sacrificio hace posible grandes racimos de uva jugosa
que al ser pisada se convertirá en vino.
Vino que al ser consagrado se transforma en la Sangre de Cristo, Sangre derramada para el perdón de los pecados,
por eso mi Señor quiero beber de tu cáliz cada día,
para configurarme cada día más a ti,
para ser otro Cristo que da vida en abundancia.
Y así, el sacerdote se hace pan con Cristo y vino con él,
Cuerpo y Sangre, y lo ofrece «Tomad y comed, tomad y bebed»,
y al ofrecerlo al Pueblo de Dios, se ofrece con él.
Haz Jesús, que yo sea tu Sarmiento
y nunca me separe ti, tú la Vid verdadera,
solo el amor une mi corazón al tuyo,
solo el amor une tu corazón al mío,
y así se cumplen tus palabras:
«permaneced en mí y yo permaneceré en vosotros». Amén.
COMO UN SARMIENTO UNIDO A LA VID
Tú, Cristo, tú eres la vid y nosotros los sarmientos,
qué belleza el Sarmiento unido a la vid, ...
porque sin ti, Cristo, no puedo hacer nada.
Hay una historia de amor y otra de desamor,
deja que muera el desamor para que la historia de mi vida
unida a la tuya, Cristo, sea una historia de amor y de salvación.
La Iglesia son muchos sarmientos unidos a la vid,
la vid crece y los sarmientos dan racimos de uvas,
comunidades de amor unidas a su Señor,
uvas más verdes y otras más maduras,
depende del tiempo que el Sarmiento lleva unido a la vid.
Quiero ser como un Sarmiento unido a la vid,
Sarmiento que al dar fruto se poda para que dé más,
la ascética, el esfuerzo personal, el ejercicio de la voluntad
en el sacrificio hace posible grandes racimos de uva jugosa
que al ser pisada se convertirá en vino.
Vino que al ser consagrado se transforma en la Sangre de Cristo, Sangre derramada para el perdón de los pecados,
por eso mi Señor quiero beber de tu cáliz cada día,
para configurarme cada día más a ti,
para ser otro Cristo que da vida en abundancia.
Y así, el sacerdote se hace pan con Cristo y vino con él,
Cuerpo y Sangre, y lo ofrece «Tomad y comed, tomad y bebed»,
y al ofrecerlo al Pueblo de Dios, se ofrece con él.
Haz Jesús, que yo sea tu Sarmiento
y nunca me separe ti, tú la Vid verdadera,
solo el amor une mi corazón al tuyo,
solo el amor une tu corazón al mío,
y así se cumplen tus palabras:
«permaneced en mí y yo permaneceré en vosotros». Amén.
(Pbro. Lázaro Albar Marín)
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