QUIERO SER
COMO UN VOLCÁN ENCENDIDO
Fuego en el interior de la montaña,
es el amor de Dios derramado por el Espíritu Santo ...
que arde y no se consume, amor inagotable,
alimentado por la gracia santificante de los sacramentos
y la humilde oración de un discípulo de Jesús.
Y es que él había venido a prender fuego a la tierra
y quisiera que ya estuviera ardiendo,
por eso le dije: «Toma mi corazón para que arda en tu amor».
Por amor celebro la Eucaristía,
por amor enseño a orar,
por amor predico,
por amor mi corazón arde unido al corazón de Dios,
por amor visito a los enfermos,
por amor escucho la voz del pobre, del que se siente roto y deshecho,
por amor vivo sin vivir en mí,
vivo en el corazón de Dios.
Quiero ser una montaña firme, majestuosa,
volcán de Dios que desprenda y derrame el fuego de su amor,
en el día y en la noche, al amanecer y al atardecer,
en todo tiempo y lugar.
Quiero ser como un volcán encendido,
como fuego que nada ni nadie puede apagar,
fuego que da calor y nos hace más hermanos,
fuego divino, fuego de Pentecostés que enciende los corazones,
fuego que me lanza a la misión de la evangelización.
Quiero ser volcán de Dios,
del amor más grande,
del amor hasta el extremo,
amor sin medida, sin condiciones, sin nada,
solo amor que alcanza el cielo y toca a la tierra,
amor redentor, unido a mi Cristo y Señor,
solo amor. Amén.
COMO UN VOLCÁN ENCENDIDO
Fuego en el interior de la montaña,
es el amor de Dios derramado por el Espíritu Santo ...
que arde y no se consume, amor inagotable,
alimentado por la gracia santificante de los sacramentos
y la humilde oración de un discípulo de Jesús.
Y es que él había venido a prender fuego a la tierra
y quisiera que ya estuviera ardiendo,
por eso le dije: «Toma mi corazón para que arda en tu amor».
Por amor celebro la Eucaristía,
por amor enseño a orar,
por amor predico,
por amor mi corazón arde unido al corazón de Dios,
por amor visito a los enfermos,
por amor escucho la voz del pobre, del que se siente roto y deshecho,
por amor vivo sin vivir en mí,
vivo en el corazón de Dios.
Quiero ser una montaña firme, majestuosa,
volcán de Dios que desprenda y derrame el fuego de su amor,
en el día y en la noche, al amanecer y al atardecer,
en todo tiempo y lugar.
Quiero ser como un volcán encendido,
como fuego que nada ni nadie puede apagar,
fuego que da calor y nos hace más hermanos,
fuego divino, fuego de Pentecostés que enciende los corazones,
fuego que me lanza a la misión de la evangelización.
Quiero ser volcán de Dios,
del amor más grande,
del amor hasta el extremo,
amor sin medida, sin condiciones, sin nada,
solo amor que alcanza el cielo y toca a la tierra,
amor redentor, unido a mi Cristo y Señor,
solo amor. Amén.
(Pbro. Lázaro Albar)
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