ANTE TI, CAIGO EN ADORACIÓN
Que se abran las entrañas para adorarte, mi Señor,
que este mundo calle y solo se escuche tu voz.
...
Quiero descalzarme ante tu presencia,
arrojar el manto de miseria
que no me deja contemplar la belleza de tu rostro.
Quiero caer postrado, solo Tú, y yo nada ante Ti,
solo soy lo que Tú me das para darlo a los demás,
tu gracia me basta y no hay nada más maravilloso que tu gracia,
tu amor derramado dentro de mí, sin merecerlo, por pura gratuidad.
Eres Sol, Fuente inagotable de luz,
eres el Señor de los señores y el Rey de reyes,
eres mi Rey y Señor, ante Ti solo puedo adorar y servir,
¿qué quieres de mí?
Al contemplarte Santísimo Sacramento del altar y adorarte,
tu Vida se hace mi vida,
y por nada de este mundo quisiera separarme de este encuentro constante, misterio de amor fecundo, porque sin Ti, ¿qué podría hacer?
Pondré la alfombra de la humildad
para reconocer que lo que ven mis ojos fuera de mí ya vive dentro de mí, Santa Custodia de mi corazón, ante el altar que me habita,
donde descansa tu Cuerpo Sagrado, Pan consagrado,
ante ti solo cabe adorarte hasta que la tierra se una al cielo
para vivir eternamente contemplando la belleza de tu rostro glorioso
que ya vive en mí.
En el silencio se escucha el canto de los ángeles
que también caen en adoración,
música celestial del amor que es todo amor,
¿cómo unir mi canto a su canto?
¿Cómo hacer que toda la tierra caiga en adoración
para que se acaben las olas del terror, de la guerra y de la violencia?
Ante Ti, mi Señor, la paz y el amor,
porque en un corazón que adora desapareció el temor
y vino la libertad de los hijos de Dios. Amén.
(Pbro. Lázaro Albar Marín)
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