- Dios es como un fuego de amor. ¿Querrás acercarte a este fuego donde el amor no se apaga? La oración es un calentarse en el amor de Dios y muchas veces un entrar en ese fuego de amor que no se apaga. Si quieres orar has de calentar el corazón y centrarlo en Dios.
- Toma una postura orante, de recogimiento y entra en tu interior. Cierra los ojos y piensa que Dios está dentro de ti. Respira profundamente y deja tu respiración muy suave.
- Concéntrate donde tengas alguna tensión. Deja todo tu cuerpo suelto, quita todos los frenos y abandónate en Dios.
- Siente el fuego del amor de Dios en tu corazón. Di: «Señor, te amor». Repítelo interiormente.
- Deja tu mente en silencio. En tu corazón pon amor. Contempla cómo arde el amor dentro de ti y contempla que el amor de Dios está fuera de ti.
- Abandónate en Dios y deja que Él guíe tu oración.
- Imagínate que está en la orilla del mar contemplando cómo las olas rompen sobre la arena. Imagínate que vas entrando en el agua, te sumerges y te quedas flotando. Ese mar es la inmensidad del amor de Dios, es una amor profundo que te proporciona serenidad y paz.
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