TENGO SED DE TI, TIENES SED DE MÍ
Te busco cada día mi Señor para decirte «dame de beber»,
dame de beber de tu agua, de tu Espíritu, de tu misericordia,
de tu perdón, de tu fuente inagotable de amor.
Mi corazón reseco tiene sed de ti,
como barro agrietado, como desierto estéril,
como pozo sin agua, tengo sed de ti, mi Señor.
En el día y en la noche, te busco,
te deseo, Amor de todo amor,
fuente inagotable de vida,
cascadas divinas del amor más puro.
Tengo sed del agua dulce de tu mar,
agua de tus profundidades luminosas,
del misterio que toca mi corazón y lo colma de felicidad.
Tengo sed como la samaritana junto al pozo de Jacob,
y yo junto al pozo de la vida,
alma sedienta de lo divino
y de lo humano que se hace divino.
Tengo sed de verdad, de sabiduría,
de entendimiento, de piedad,
de luz divina para ver el mundo con tus ojos,
con tu mirada, con tu inmenso amor.
Y tú, mi Señor, tienes sed de mí,
así lo gritaste desde la cruz,
mirando a la humanidad perdida
dijiste «tengo sed».
Tú tiene sed de que yo tenga sed de ti,
de que toda la humanidad tenga sed de Dios,
de que cada ser humano ore y ame a Dios nuestro Padre,
ore y ame al Hijo Amado,
al Espíritu santificador,
a nuestra Madre del Cielo, Reina del Universo.
Tú tienes sed de estar conmigo,
de que te abra la puerta del corazón para que estés conmigo,
en verdadera amistad e intimidad,
en la Cena que no tiene fin,
Eucaristía de cielos y tierra.
Tú tienes sed de mí desde el grito de los pobres,
desde los enfermos incurables,
desde los inmigrantes que huyen de su tierra
y de sus raíces dolorosas de la violencia terrorífica
o de la guerra de los pueblos.
Tú tienes sed de mí, y yo de ti,
y cuanto más bebo más sed tengo,
porque eres hermoso manantial de vida divina,
que sacia el corazón hasta la vida eterna.
Sí, mi Señor, tienes sed de mí y yo de ti. Amén.
(PBRO LÁZARO ALBAR)
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