CUARESMA,
¡QUÉ SÉ YO!
Hay un llanto desconsolador y un silencio estremecedor,
la injusticia de la guerra de Siria, Irak,
el terrorismo islámico que salta de un lugar a otro
en sorpresa dolorosa en una calle muy habitada,
en una discoteca, en una plaza y qué sé yo.
Hay un llanto desconsolador y un silencio estremecedor,
el frío y las heladas de los campos de refugiados,
la terrible inmigración, los mares de cementerios humanos
que acaban con la vida de los que huyen de la guerra o del hambre, o de qué sé yo.
Hay un llanto desconsolador y un silencio estremecedor,
niños que han atravesado desiertos para llegar a Libia
y luego han sido maltratados, deambulando por las calles, vendiendo su cuerpo a la prostitución
como único medio de sustentación,
qué horror y qué sé yo.
Hay un llanto desconsolador y un silencio estremecedor,
el espantoso hambre en Sudán, Etiopía, cuerpos famélicos,
niños de ojos grandes que miran qué sé yo
si al cielo o a la tierra, sí a ti o a mí,
esperando una respuesta de compasión.
Hay un llanto desconsolador y un silencio estremecedor,
escondido tras el carnaval de la vida,
disfrazando el vacío del hombre, la injusticia de la corrupción,
de los propios intereses a precio de qué sé yo,
poniendo la risa o la carcajada donde solo hay muerte y dolor.
Hay un llanto desconsolador y un silencio estremecedor,
la venta de armas, el trato de blancas, o de esclavos o esclavas,
qué sé yo, niños utilizados como soldados para la batalla
cuando no han aprendido ni a leer ni a escribir,
pueblos masacrados, sin puertas ni ventanas,
y las grandes ciudades con sus rascacielos
que caen como castillos de naipes, qué sé yo.
Hay un llanto desconsolador y un silencio estremecedor,
y vergeles convertidos en desiertos,
tierras agrietadas por la falta de agua,
bosques inmensos talados, contaminación, cataclismos,
la naturaleza en rebeldía contra el ser humano
que no le importa nada, ni la vida ni la muerte,
ni Dios ni la humanidad, ni la salvación ni la condenación,
ni qué sé yo.
Hay un llanto desconsolador y un silencio estremecedor,
y así podríamos seguir escribiendo ríos de sangre,
de angustia, de soledad, de injusticias, de horror, espanto nocturno, sin sol ni luz, de un mundo de locos, sin paz ni amor,
estallido de bombas porque no se ama al Amor,
al Cristo de mi vida que junto a María llora a los pies de la cruz, porque sigue crucificado por la soberbia humana,
la envidia, el odio, la lujuria, la gula de unos y él hambre de otros,
y qué sé yo.
Hay un llanto desconsolador y un silencio estremecedor,
cómo podré dormir las noches en paz sin dolor ni oración,
porque el mundo grita al cielo y mi Dios al corazón,
a ver si el hombre cambia en esta Cuaresma,
en este verano o invierno,
en esta Semana Santa o qué sé yo.
Oh mi Señor, solo puedo acogerme a tu misericordia y a tu perdón, que el alma humana muere cuando no tiene a Dios,
que la vida se va en la angustia y desolación si no se mira a la Cruz y a tanto amor de Cristo crucificado
para nuestra salvación y qué sé yo.
Hay un llanto desconsolador y un silencio estremecedor,
pero hay esperanza para todos los que buscan la salvación
en esta Cuaresma y cada día que pasa
porque luchan por cambiar el mundo y el corazón,
y donde hay frío buscan el calor y la conversión,
al Dios de la vida y de la salvación,
y no sé yo si llorar o cantar,
o qué sé yo. Amén.
(Pbro Lázaro Albar)
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