QUIERO CONFIGURARME CONTIGO,
MI SEÑOR
MI SEÑOR
Quiero configurarme contigo, mi Señor,
entra en mí para que yo pueda entrar en ti, ...
toca mi corazón para que yo toque el tuyo.
entra en mí para que yo pueda entrar en ti, ...
toca mi corazón para que yo toque el tuyo.
Quiero configurarme contigo,
no perder mi primer amor de cuando me enamoré de ti
y lo entregué todo por ti y por la salvación de los demás,
quiero avivar el amor que nunca se apaga,
que siempre está encendido y arde en lo profundo de mi ser.
no perder mi primer amor de cuando me enamoré de ti
y lo entregué todo por ti y por la salvación de los demás,
quiero avivar el amor que nunca se apaga,
que siempre está encendido y arde en lo profundo de mi ser.
Quiero configurarme contigo,
ser testigo de tus padecimientos, Cristo mío,
como tú eres de los míos
y de todos los sufrimientos de la humanidad,
y crucificándome contigo alcance tu gloria,
la belleza de tu amor hecho luz divina.
ser testigo de tus padecimientos, Cristo mío,
como tú eres de los míos
y de todos los sufrimientos de la humanidad,
y crucificándome contigo alcance tu gloria,
la belleza de tu amor hecho luz divina.
Quiero configurarme contigo, mi Señor,
dame un poco de ese amor que te hizo subir a la cruz,
de ese amor que es locura de amor que ama a todos
y salva a todos los que se dejan abrazar por ti.
dame un poco de ese amor que te hizo subir a la cruz,
de ese amor que es locura de amor que ama a todos
y salva a todos los que se dejan abrazar por ti.
Quiero configurarme contigo en mi pobre oración,
y salir con el rostro radiante
como cuando Moisés contempló tu gloria,
tu rostro infinitamente misericordioso, Dios mío,
o como Pedro que reflejaba en su rostro tu transfiguración,
Cristo mío, que en tanto amor puedo contemplar tu gloria.
y salir con el rostro radiante
como cuando Moisés contempló tu gloria,
tu rostro infinitamente misericordioso, Dios mío,
o como Pedro que reflejaba en su rostro tu transfiguración,
Cristo mío, que en tanto amor puedo contemplar tu gloria.
Quiero configurarme contigo, mi Señor,
cayendo cada día a tus pies, arrodillado o postrado,
Santísimo Sacramento del altar,
escuchando tu voz «¿a quién enviaré?»,
aquí me tienes, Señor, siempre contigo, «¡envíame!»,
aunque no tenga fuerzas,
porque yo sé que tú vas conmigo. Amén.
cayendo cada día a tus pies, arrodillado o postrado,
Santísimo Sacramento del altar,
escuchando tu voz «¿a quién enviaré?»,
aquí me tienes, Señor, siempre contigo, «¡envíame!»,
aunque no tenga fuerzas,
porque yo sé que tú vas conmigo. Amén.
(Pbro. Lázaro Albar)
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