SI ME DIERAS UN POCO DE TU AMOR,
CRISTO CRUCIFICADO
Sin tierra, sin agua, sin hogar en esta tierra
porque mi hogar es el cielo, ...
allí vivo aunque no pueda vivir,
aquí en esta tierra muero aunque no pueda morir.
Aunque poseyera todos los tesoros de este mundo
no tendría nada porque eso y nada es lo mismo,
solo Dios Santísima Trinidad es el verdadero tesoro vivo
que da vida a quien no tiene viva,
ese es nuestro hogar, nuestra casa.
Adoradores del Santísimo Sacramento del altar
estamos escalando las más altas cumbres del amor
hasta tocar el cielo y descansar ahí
en los brazos de Dios nuestro Padre,
recostando la cabeza sobre el pecho de Jesús,
dejándonos habitar en nuestro templo interior
por el Santo Espíritu divino.
Allí en el Palacio de Cristal
los coros angélicos entonan sus cantos celestiales
ante tanta gloria que irradia la divinidad,
allí veo la gloria del Resucitado
como Sol que brilla por la eternidad,
allí solo puedo caer postrado
en adoración y silencio de amor.
Ay mi Dios, que muero porque no muero,
que amo sin saber amar
porque ante tanto amor de Cristo Crucificado
solo veo la pequeñez de mi amor,
mi pobre amor quiere abrazar el tuyo,
ay si me dieras un poco de tu amor crucificado,
si pudiera saborear la dulzura de tu amor,
de ese amor que el mundo no conoce
pero que tú me has dado a gustar.
Ay, si me dieras un poco de tu amor, mi Cristo y Señor.
CRISTO CRUCIFICADO
Sin tierra, sin agua, sin hogar en esta tierra
porque mi hogar es el cielo, ...
allí vivo aunque no pueda vivir,
aquí en esta tierra muero aunque no pueda morir.
Aunque poseyera todos los tesoros de este mundo
no tendría nada porque eso y nada es lo mismo,
solo Dios Santísima Trinidad es el verdadero tesoro vivo
que da vida a quien no tiene viva,
ese es nuestro hogar, nuestra casa.
Adoradores del Santísimo Sacramento del altar
estamos escalando las más altas cumbres del amor
hasta tocar el cielo y descansar ahí
en los brazos de Dios nuestro Padre,
recostando la cabeza sobre el pecho de Jesús,
dejándonos habitar en nuestro templo interior
por el Santo Espíritu divino.
Allí en el Palacio de Cristal
los coros angélicos entonan sus cantos celestiales
ante tanta gloria que irradia la divinidad,
allí veo la gloria del Resucitado
como Sol que brilla por la eternidad,
allí solo puedo caer postrado
en adoración y silencio de amor.
Ay mi Dios, que muero porque no muero,
que amo sin saber amar
porque ante tanto amor de Cristo Crucificado
solo veo la pequeñez de mi amor,
mi pobre amor quiere abrazar el tuyo,
ay si me dieras un poco de tu amor crucificado,
si pudiera saborear la dulzura de tu amor,
de ese amor que el mundo no conoce
pero que tú me has dado a gustar.
Ay, si me dieras un poco de tu amor, mi Cristo y Señor.
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