AMA, SUELTA LOS FRENOS,
Y ABRAZA A DIOS
Y ABRAZA A DIOS
Cuando no tengas ganas de rezar,
cuando tu oración sea un árido desierto, ...
cuando parezca que has perdido la fe,
ama, suelta los frenos y abraza a Dios.
cuando tu oración sea un árido desierto, ...
cuando parezca que has perdido la fe,
ama, suelta los frenos y abraza a Dios.
Cuando los miedos te paralicen,
cuando te dé vergüenza anunciar a Jesucristo,
cuando puedan reírse de ti,
cuando tengas resistencias para la conversión,
ama, suelta los frenos y abraza a Dios.
cuando te dé vergüenza anunciar a Jesucristo,
cuando puedan reírse de ti,
cuando tengas resistencias para la conversión,
ama, suelta los frenos y abraza a Dios.
Cuando la vida se te haga pesada, incluso insoportable,
cuando te encierres en ti mismo por miedo a que te pisoteen,
cuando no puedas más,
ama, suelta los frenos y abraza a Dios.
cuando te encierres en ti mismo por miedo a que te pisoteen,
cuando no puedas más,
ama, suelta los frenos y abraza a Dios.
Cuando hayas perdido la ilusión,
cuando todo lo veas oscuro,
cuando parece que la esperanza se desvanece,
ama, suelta los frenos y abraza a Dios.
cuando todo lo veas oscuro,
cuando parece que la esperanza se desvanece,
ama, suelta los frenos y abraza a Dios.
Cuando todo se vuelve contra ti,
cuando estás subiendo el Calvario,
cuando te quieren crucificar,
ama, suelta los frenos y abraza a Dios.
cuando estás subiendo el Calvario,
cuando te quieren crucificar,
ama, suelta los frenos y abraza a Dios.
Cuando parece que te quitan la tierra que pisan tus pies,
cuando te encuentras ante un precipicio y el tergiverso abismo,
cuando te encuentras ante un precipicio y el tergiverso abismo,
cuando tengas que elegir entre el abismo y Dios,
ama, suelta los frenos y abraza a Dios.
ama, suelta los frenos y abraza a Dios.
Cuando sientas la soledad,
cuando te encierres en ti mismo,
cuando te aísles en tu dolor,
ama, suelta los frenos, corre,
y lánzate en los brazos de Dios.
cuando te encierres en ti mismo,
cuando te aísles en tu dolor,
ama, suelta los frenos, corre,
y lánzate en los brazos de Dios.
Confía en Dios, ámale, que Él no te defraudará. Amén.
(Pbro Lázaro Albar Marín)
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