Gracias por el trabajo:
por nuestra capacidad de pensar y planear,
de soñar y actuar;
por nuestra habilidad para hacer cosas
y para mejorar nuestro entorno.
Gracias por habernos hecho protagonistas de nuestra historia.
Gracias por compartir con nosotros
tus energías creativas.
Gracias por la salud de mi mente y de mi cuerpo,
con los que puedo comprender
y desenvolverme en este mundo.
Bendice mi trabajo
y a aquéllos que trabajan conmigo.
Ayúdanos a trabajar juntos
en armonía y justicia.
Que el objetivo de nuestros planes
sea el bienestar de los demás,
y que utilicemos nuestras habilidades
para construir un mundo mejor.
Ayúdanos a tratarnos unos a otros con genuino respeto,
y a buscar soluciones que sean justas y honestas.
Que aportemos nuestro esfuerzo
con dignidad y diligencia,
y hagamos del mundo del trabajo
un encuentro entre iguales.
Que desarrollemos tus maravillas
con nuestra creatividad
e imitemos tu generosidad
con los que tienen menos.
Llévanos mediante nuestra actividad
a la plenitud que buscamos en silencio.
Ayúdanos a recordar
que valemos infinitamente más
que el trabajo de nuestras manos.
Nos has hecho para un objetivo mucho más grande que el trabajo:
para contemplarte, para amarte,
para amarnos en Ti,
y para compartir tu amor
con todos aquéllos con los que nos encontremos.
Que este objetivo se convierta en la razón de todo lo que haga;
que nuestro trabajo surja de un amante y sereno corazón.
(Cf. Joe Mannath, Cómo me has sorprendido, p 130-31)
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