MEDITACIÓN :" Desprendimiento "
Me pongo cómodo, relajo mi cuerpo. Suelto todas las tensiones que tengo acumuladas y que muchas veces no soy consciente de que las tengo. Pongo la frente lisa, ojos cerrados suavemente, boca sin apretar, hombros caídos, espalda recta... y pongo la mano izquierda encima de la derecha uniendo los pulgares. Me alejo de los ruidos de mi alrededor. Intento parar el motor de mi actividad exterior. Me concentro solamente en mi respiración: en cómo sube y baja... poco a poco voy notando cómo mi cuerpo se relaja y se llena de paz.
- Ahora, estoy en condiciones de empezar mi reflexión de hoy: será sobre la actitud de DESPRENDIMIENTO.
- Desprenderse es soltar. Desprenderse es no guardar. Es ir por la vida con las manos abiertas. Desprenderse quiere decir que no tienes intención de guardar todo para ti, que estás dispuesto a dar de lo tuyo a otras personas, porque hay para todos.
- Señor, ¿de qué puedo desprenderme? ¿qué puede ser, “eso que es mío y sólo mío” y que de alguna forma puedo dar a los demás? Puedo considerar como mío mi propia vida; el tiempo más o menos largo que se me da para vivir. Ayúdame, Señor, a que sepa desprenderme de mi propio tiempo. Que sepa compartirlo con los demás, en especial con los que sufren, con los que necesitan ser escuchados, con los que se sienten solos, con los que lloran, con los enfermos, con los que han perdido sus ganas de seguir viviendo.
- ¿De qué más puedo desprenderme, Señor? De mis conocimientos, de todo lo que sé; de todo aquello que pueda con mi aportación enriquecer a los demás, de todos aquellos conocimientos y experiencias que he podido ir atesorando a lo largo de mi vida y que pueden ayudar al otro a ser más persona. Y es que a veces Señor, guardo para mí todo esto que Tú me has dado y no me acuerdo de que puedo compartirlo con los demás.
- ¿De qué más puedo desprenderme, Señor? De mi dinero, como la viuda del evangelio de hoy. De lo que considero que es mío, porque es producto de mi esfuerzo, de mi trabajo, de mi sudor. Señor, que no sea insensible ante el que no tiene. Que pueda desprenderme de mis bienes. Siento apego a tantas cosas y son estas mismas cosas las que no me dejan ser libre.
- Ayúdame también a desprenderme de tantos recuerdos inútiles que me atan al pasado y que a menudo son un freno para enfrentarme al futuro. Que pueda ir por la vida ligero de equipaje. ¿Cómo podré seguirte si tengo que llevar a cuestas tantas cosas en las que he dejado un trozo de corazón?
- Ayúdame, Señor, a derrochar lo que soy con los demás. Mi carácter, mi modo de ser, mi alegría, mi ternura... Aquí estoy Señor, en postura humilde. Quita de mí lo que no me deja seguirte, lo que dificulta mi actitud de desprendimiento.
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