SIEMPRE TE AMARÉ, DIOS MÍO
¡Cuánto amor derramado ante
tanta ingratitud!
¿Cómo responder a tan altísimo
amor, mi Señor?
Eres fuente inagotable de
misericordia infinita;
eres fuente inagotable de un
misterio de amor por descubrir;
eres fuente inagotable del
perdón más excelso;
eres fuente inagotable de la
vida que nos resucita;
eres fuente inagotable de la
vida con alas de eternidad.
Quisiera abrazarme a tu
hermoso tronco
para sentirme seguro ante
quien siempre me ama;
quisiera abrazarme a las
ramas que quieren alcanzar el cielo
porque lo mejor está por
venir;
quisiera abrazarme a todos
los pobres de la tierra
para decirles que hay un Dios
que los ama con locura;
quisiera abrazarme al que cae
de rodillas doblándose sobre su angustia
para decirle eleva tu mirada
al cielo porque para ti hay respuesta;
quiera abrazarme a todo el
que sufre por algún motivo
en su cuerpo o en su alma
para decirle
para ti también hay
esperanza, tu tristeza se convertirá en alegría.
Soy nada y en mi pobreza te
encuentro;
soy nada y tú, Cristo, eres
mi tesoro;
soy nada y en mi debilidad
encuentro la fortaleza;
soy nada porque yo soy
creatura y tú eres mi Creador;
soy nada y no hay nada más
maravilloso que conocerte, Dios mío,
en tu ausencia y en tu
presencia, porque tú siempre estás ahí,
amando, protegiendo, bendiciendo,
y yo soy nada ante Ti, que
eres mi Todo.
¿Cómo podré pagarte tanta
dicha?
¿Cómo podré agradecerte que
tú eres mi mejor regalo?
¿Cómo podré corresponder a tantas
oleadas de amor incesante
que vienen de tu Corazón
hacia mi corazón?
¿Cómo podré decirte que te
amo aunque a veces no comprenda,
aunque no entienda nada pero
sabiendo que
en amarte está mi felicidad?
Dios mío, siempre te amaré. Amén.
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