ENTRE LOS ESPINOS DE LA VIDA,
ESTÁS TÚ, MI SEÑOR
Entre los espinos de la vida brilló tu luz,
eres Santísima Trinidad,
luz del Creador de la belleza de todo cuanto existe,
luz imperecedera, Padre Santo,
luz del mundo, Cristo Jesús,
que nos has llevado del dominio de las tinieblas
a tu luz maravillosa,
Santo Espíritu que iluminas los corazones quebrantados haciéndonos templos de Dios.
Entre los espinos de la vida apareces tú,
Santísimo Sacramento del Altar, Pan de Vida,
para ser adorado y venerado,
como fuente de amor para los que te contemplan,
enciende nuestro corazón en tu llama purificadora
para nuestra santificación.
Entre los espinos de la vida, mi Señor, ¿qué puedo hacer?,
sino abrir mis manos y mi corazón
para acoger lo que tú me des como prenda futura de la eternidad, aunque no comprenda ni entienda,
en la encrucijada del misterio que me envuelve,
en la paz que sobrepasa todo conocimiento.
Entre los espinos de la vida está siempre tu Palabra,
Sagrada Biblia para ser abrazada y amada,
como lluvia mañanera que riega la tierra
riega nuestro corazón,
como voz es lámpara para los pasos de cada día
y luz en el sendero que lleva al Cielo.
Entre los espinos de la vida, apareces tú,
Madre de Dios y Madre nuestra, Madre consoladora y acogedora,
Madre que quitaste las espinas de tu Hijo Crucificado,
y Madre que nos quitas las espinas del Maligno,
curando nuestras heridas, ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
ESTÁS TÚ, MI SEÑOR
Entre los espinos de la vida brilló tu luz,
eres Santísima Trinidad,
luz del Creador de la belleza de todo cuanto existe,
luz imperecedera, Padre Santo,
luz del mundo, Cristo Jesús,
que nos has llevado del dominio de las tinieblas
a tu luz maravillosa,
Santo Espíritu que iluminas los corazones quebrantados haciéndonos templos de Dios.
Entre los espinos de la vida apareces tú,
Santísimo Sacramento del Altar, Pan de Vida,
para ser adorado y venerado,
como fuente de amor para los que te contemplan,
enciende nuestro corazón en tu llama purificadora
para nuestra santificación.
Entre los espinos de la vida, mi Señor, ¿qué puedo hacer?,
sino abrir mis manos y mi corazón
para acoger lo que tú me des como prenda futura de la eternidad, aunque no comprenda ni entienda,
en la encrucijada del misterio que me envuelve,
en la paz que sobrepasa todo conocimiento.
Entre los espinos de la vida está siempre tu Palabra,
Sagrada Biblia para ser abrazada y amada,
como lluvia mañanera que riega la tierra
riega nuestro corazón,
como voz es lámpara para los pasos de cada día
y luz en el sendero que lleva al Cielo.
Entre los espinos de la vida, apareces tú,
Madre de Dios y Madre nuestra, Madre consoladora y acogedora,
Madre que quitaste las espinas de tu Hijo Crucificado,
y Madre que nos quitas las espinas del Maligno,
curando nuestras heridas, ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
(Pbro. Lázaro Albar)
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