DESIERTO DEL ALMA,
BUSCO A MI DIOS
Desierto del alma en el silencio de la noche,
aridez, soledad, desconcierto,
y las sombras de muerte,
en la búsqueda de mi Dios que busco la vida,
la gracia, la santidad, mi cristificación.
Desierto que cambia cada día de paisaje,
de ánimo, de impresión y de emoción,
de rutas, de caminos o senderos,
a veces perdido, a veces con el encuentro con el Amigo,
mi Dios y Señor, que camina a mi lado,
escuchando y hablando, es el Amor.
Desierto para ir debajo del árbol a escuchar la voz de Dios
con la Biblia entre las manos, pasando las páginas,
grabando los versículos, aquellas palabras que tocan el corazón, hasta llenarme de vida, de pasión de amor
por Cristo y su Iglesia,
por este mundo que necesita salvación.
Desierto de soledad, de huida del mundo para buscar a Dios
y luego afrontar la vida con sus conflictos, preocupaciones, desavenencias, dificultades, contrariedades y qué sé yo,
que nada me preocupe donde está mi Dios.
Desierto para parar la vida y hacer más oración,
contemplar el misterio divino, la fuente de la vida y del amor, aunque atraviese cañadas oscuras,
aunque solo vea el valle de lágrimas,
aunque vea una resplandeciente luz.
Desierto para encontrarme con mi Amado,
para encontrarme con mi Dios,
para verme a mí mismo y descubrir dónde está el amor,
adónde me envía la vida y adónde mi Señor,
que hay mucha gente con hambre y sed de Dios,
perdidas por el mundo sin ver la salvación. Amén.
(Pbro. Lázaro Albar)
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