PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA Y A JORDANIA
19 a 29 julio 2012-10-02
Siempre es una alegría pisar la
tierra de Jesús, respirar el mismo aire, leer los textos bíblicos en los
lugares donde sucedieron. A veces parece que se toca el misterio, hay una
Presencia fuerte, un llenarse del Espíritu al contemplar los pasos y las
huellas de quien dio la vida por nosotros y ahora se hace presente como Resucitado
en la mesa eucarística, en la soledad de la montaña o junto al agua que corre
por el Jordán.
Participamos
de esta experiencia treinta y tres personas, de distintos lugares, algunos me
conocían de los cursos de oración impartidos, otros porque cada año suelen
acompañarme en la Peregrinación que cada verano solemos hacer, otros se
enteraron de oídas por amigos o conocidos.
Bien
dejaba claro a todos que íbamos de Peregrinación y eso significa ir en oración
y contemplación a beber de las fuentes de la vida y de la fe. Ya mucho antes de
ir oraba para que se realizara y que María, nuestra Madre, nos acompañara de su
mano.
He
ido ya ocho veces de peregrinación a Tierra Santa y en mi interior pensaba no
volver, pero al ver lo felices que hemos sido y el bien que he hecho la verdad
es que estoy deseando volver. Lo más grande no ha sido el disfrutar de los
hoteles, de la comida, de la amistad o de los lugares santos, es mucho más,
hemos sido felices en Dios. Nos hemos emocionado, hemos derramado lágrimas de
arrepentimiento y de alegría, Dios es siempre más, y solo nos pide que nos
demos, nos entreguemos y que le anunciemos con mucho amor. Entonces Él lo hace
todo. Doy infinitas gracias a Dios por esta Peregrinación, por las conversiones
que se han dado y por la alegría que el Espíritu ha puesto en nuestro corazón.
Lázaro Albar
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