A QUIEN MUCHO SE LE PERDONA,
MUCHO AMA
MUCHO AMA
¡Cuántas veces al mirarte a los ojos, Señor mío,
sentía tu llamada a la conversión, ...
a reorientar mi vida hacia un amor más grande,
dejándome abrazar en el sacramento del perdón!
sentía tu llamada a la conversión, ...
a reorientar mi vida hacia un amor más grande,
dejándome abrazar en el sacramento del perdón!
A quien mucho se le perdona, mucho ama.
¡Cuántas veces en el silencio de cada día
miraba al corazón de Jesús
y descubría la fuente de su amor
que me ofrecía su perdón y su infinita misericordia!
miraba al corazón de Jesús
y descubría la fuente de su amor
que me ofrecía su perdón y su infinita misericordia!
A quien mucho se le perdona, mucho ama.
¡Cuántas veces me sentí conmovido
por aquella mujer arrepentida
que se sintió perdonada por Jesús,
que derramó sus lágrimas a los pies del Maestro,
que le secaba los pies con su cabello
y se los ungía con un carísimo perfume!
por aquella mujer arrepentida
que se sintió perdonada por Jesús,
que derramó sus lágrimas a los pies del Maestro,
que le secaba los pies con su cabello
y se los ungía con un carísimo perfume!
A quien mucho se le perdona, mucho ama.
¡Cuántas veces he llorado mis pecados
como la mujer pecadora, derramando lágrimas,
no a los pies de Jesús,
pero sí en el lecho de mi cama
y en mi más íntima soledad!
como la mujer pecadora, derramando lágrimas,
no a los pies de Jesús,
pero sí en el lecho de mi cama
y en mi más íntima soledad!
A quien mucho se le perdona, mucho ama.
¡Cuántas veces me he sentido incomprendido,
juzgado y criticado por los demás,
a pesar de que lo que intentaba y luchaba
era hacer el bien y derramar amor!
juzgado y criticado por los demás,
a pesar de que lo que intentaba y luchaba
era hacer el bien y derramar amor!
A quien mucho se le perdona, mucho ama.
Que no sea mi Señor
como el fariseo que te acogió en su casa
pero no te alojó en su corazón,
que te invitó a una cena
pero no te ofreció el beso de la paz,
que creyéndose perfecto
rechazaba y discrimina a la mujer pecadora
condenándola en vez de salvarla.
como el fariseo que te acogió en su casa
pero no te alojó en su corazón,
que te invitó a una cena
pero no te ofreció el beso de la paz,
que creyéndose perfecto
rechazaba y discrimina a la mujer pecadora
condenándola en vez de salvarla.
A quien mucho se le perdona, mucho ama.
Sí, mi Señor, ten piedad de mí, porque soy pecador,
porque a veces hago lo que no quiero,
porque busco tu amor y no lo encuentro,
porque cuando todo se tuerce
creo que me has abandonado
y ya no estás ahí junto a mí
acompañándome en mi camino
y en mi soledad me siento solitario
como arrojado al vacío o al abismo.
porque a veces hago lo que no quiero,
porque busco tu amor y no lo encuentro,
porque cuando todo se tuerce
creo que me has abandonado
y ya no estás ahí junto a mí
acompañándome en mi camino
y en mi soledad me siento solitario
como arrojado al vacío o al abismo.
A quien mucho se le perdona, mucho ama.
Sí, mi Señor, ten piedad de mí,
porque soy pecador,
porque necesito tu amor y tu perdón,
te necesito a ti y tu bendición. Amén.
porque soy pecador,
porque necesito tu amor y tu perdón,
te necesito a ti y tu bendición. Amén.
(Pbro Lázaro Albar)
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