Durante los días 23 a 25 de Enero el P. Lázaro Albar y la Fraternidad «Velad y Orad» han impartido el retiro espiritual de
mes, en esta ocasión se ha
profundizado sobre la alegría cristiana
con el título «La fiesta con Jesús, una alegría para compartir». Veintisiete personas hemos
penetrado el misterio pascual donde Cristo Resucitado es es la fuente de la
mayor alegría. En la dinámica de meditaciones y
contemplaciones, con la constante adoración del Santísimo durante todo el fin de semana, en un silencio
sobrecogedor hemos podido renovar nuestro interior en la paz, el amor y la
alegría evangélica tan necesaria para nuestra
Iglesia y para todas nuestras comunidades.
Contemplaciones
sobre la fiesta de las bodas de Caná; la parábola del
banquete de bodas; la alegría de recuperar
el dracma perdido y la oveja perdida; y la fiesta por recuperar al hijo
perdido, y las meditaciones sobre la alegría del Evangelio, contraria a la tristeza individualista; la
alegría del
Evangelio, novedad para el mundo actual; la salida misionera a anunciar la
alegría del
Evangelio; y la fiesta que no tiene fin han hecho posible que a través de la reflexión, la oración y el sacramento del perdón personas que se encontraban bastante rotas, bloqueadas
ante problemas de la vida, se han sentido liberadas, llenas de la presencia del
Espíritu,
rebosantes de la alegría que nos
ofrece Cristo Resucitado. Ante Cristo Resucitado, presencia viva en la Eucaristía, cada participante decía: «Señor Jesús, que entre tu alegría en mi corazón» e imponiéndole las manos, orando al cielo, yo decía: «recibe la alegría del Señor Jesús».
La
noche del sábado acabó en
una verdadera fiesta con Jesús Sacramentado
y con María nuestra
Madre. Qué gozo hacer del lugar un Cenáculo rebosante de la presencia del Espíritu, como una fiesta de Pentecostés, y llenarnos de alegría, paz y amor que tanto necesitamos
para lanzarnos a la misión de llevar la
Buena Noticia a los pobres y a todos los que deseen acoger el Evangelio. Había que llegar a la Eucaristía del domingo para ver los rostros
transformados; la música, el canto
y el clima de oración han hecho un
verdadero milagro. Qué maravilloso es Dios que no deja de amarnos, y qué precioso
descubrir el sueño de Dios que
alegra nuestro corazón y nos hace
felices. La sonrisa de Dios se manifestaba en nuestros rostros. ¡Qué felicidad llenarnos de Dios! No hay
una alegría mayor y esa
alegría la hemos
experimentado en este fin de semana. Solo puedo dar gracias a Dios por su
bondad, su ternura, su misericordia porque ha estado grande con nosotros.
Lázaro Albar
No hay comentarios:
Publicar un comentario