TE
LAVARÉ LOS PIES
POR
AMOR
Tú,
que estás enfermo,
que
te atrapó la enfermedad por sorpresa,
que
te hundiste en tu dolor y llegaste a desesperarte,
me arrodillaré
ante ti,
te
lavaré los pies y te los besaré
como
me enseñó Jesús, mi Señor.
Tú,
que te encuentras parado,
que
buscas dónde echar una mano
para
llevar el pan a tu casa y dar de comer a tus hijos,
comprendo
tu angustia y la tensión en la que vives,
te
lavaré los pies y te los besaré
junto
a tu mujer y tus hijos,
como
me enseñó Jesús, mi Señor.
Tú,
que eres inmigrante,
que
eres forastero en tierra extranjera,
lejos
de tu tierra y de tu gente,
que
vives la separación de tus seres queridos,
la
Iglesia quiere acogerte para que sientas
como
Dios te ofrece una nueva familia de hermanos,
y
me arrodillaré, te lavaré los pies y los besaré
porque
el Hijo del hombre no ha venido a ser servido
sino
a servir y dar la vida por rescate de todos.
Tú,
que eres niño, joven, adulto o anciano,
tú,
que también cargas con una cruz ,y a veces con varias,
que
el sufrimiento aprisiona tu alma a causa de tu debilidad,
del
dolor físico o espiritual que te hiere el corazón
y
que a veces no sabes qué hacer,
te
lavaré los pies y te los besaré
porque
así lo quiere mi Señor.
Sí,
te lavaré los pies y te los besaré, te serviré humildemente,
ya
que esto fue lo que hizo el Señor en la Última Cena
y
lo que sigue haciendo conmigo todos los días en la Eucaristía
y
también con todos los que le siguen y aspiran a ser sus discípulos.
Sí,
mi Señor, qué lección de humildad, qué lección de tierno amor,
el
Hijo de Dios hecho hombre, arrodillado ante el hombre,
haciéndose
esclavo del hombre, siervo del amor crucificado,
Dios
a los pies del hombre para lavarle los pies y el corazón,
para
mostrarle hasta dónde llega su amor y su perdón,
hasta
la humillación, para que todos se conviertan en siervos y hermanos,
como
lo hace nuestro Señor.
Esta
es tu Iglesia, Jesús, la que tú nos has enseñado,
la
que da de comer al hambriento y de beber al sediento,
la
que sirve lavando los pies a los hermanos,
se
hace pobre con los pobres, sirve a los pobres,
y
les lleva el Evangelio de la vida como un canto de esperanza,
una
buena noticia de amor donde libres para amar
todos
se hacen siervos, servidores de una nueva humanidad.
Sí,
en la tarde del Jueves Santo,
y
en todas las tardes de tu vida, Jesús, el Señor,
te
dice: ¿quieres qué te lave los pies?
Lázaro
Albar Marín
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