Durante el último curso de ¡Ven Espíritu Santo!, Julia Jiménez una de sus asistentes escribo este poema tan bello:
Como un pájaro bebiendo de una fuente,
así soy yo, mi Amado, el escondido.
Tras la oscura cortina de la noche,
¡Beso de luz del alba que no llegas!
Un pájaro y un trino entre las voces
del viento susurrando en la retama,
entre la calma descansada de la casa,
de la ternura con que fueron pronunciadas
las palabras que aún laten como ecos
vibrando entre en las sillas del cálido salón.
Por ti me han preguntado mis anhelos.
El jardinero sabe de sus flores,
me grita desde dentro la sed que nunca calla.
Te aguardo como al agua, novia blanca
de brazos anhelantes,
vestida con el velo de las sábanas.
Mi alma necesita tus pintadas,
mi corazón pequeño el fuego de tu música,
que tus dedos recorran mis cuerdas bien tensadas
hasta alzarlas al límite posible de su armónica,
y les roben gemidos sostenidos por alas,
y yo te sienta mío aquí en mi suelo,
y yo me sienta tuya allí en tu cielo,
en tu gran mar sin rostro, sin nombre, tan buscado.
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